Se la conoció con este nombre a una mujer
günün a küna, “india principal” según relataba el padre Mascardi (1670) “que
los españoles maloquearon y llamaron Reina, por verla tan autorizada y respetada”
(Furlong, 1994). No se conoce su nombre originario en la lengua propia. El padre
los identificaba con el exónimo de Poyas,
que proviene de la lengua de los Wayteka
(coloquialmente Chonos).
Fue cautivada junto a su hermano Manqueunai, y demás gentes günün a küna por la expedición esclavista
de Ponce de León (1666). Era originaria de la boca del río Limay, en un lugar que
Mascardi describía como Teumal, y ha sido
identificado por otros viajeros como Tecamalal
[tüka a malal] “tabla a pique”, allí donde
se junta la ruta N° 40 con el río.
Todos los cautivos fueron llevados rumbo
a la Isla Grande de Chiloé (Chile). Algunos fueron dejados en el Puerto de Chacao
(como fue el caso de Reina), y el resto fueron llevados a la Isla. Francisco Gallardo,
corregidor de la ciudad de Castro en ese momento, da cuenta de ella e “hizo
llevar a la reina desde el fuerte de Chacao a Castro” (Urbina C., 2020), le construyó
una casa en su estancia de San Francisco Javier dándole terrenos y un molino
junto a las rentas que estos producían, así como le dio unas 50 ovejas en su
nombre y otras 50 ovejas más en nombre del Rey de España, mientras que los jesuitas
le daban unos cien pesos al año. Asimismo Gallardo comienza por liberar a los cautivos
günün a küna bajo sus servicios y de
los que tenían sus parientes, varios de ellos acceden a regañadientes.
En este contexto los conoce Mascardi
y comienza las gestiones para hacerlos “libertar, porque no había razón alguna para
tenerlos por esclavos, porque no había guerra con ellos, ni se les aplicaba la
Real Cédula” (Hanisch, 1982). Mientras tanto Mascardi le expresaría a Gallardo
sus intenciones de aprender la lengua de aquella mujer importante, a lo que
aquel accede y lo envía con ella haciendo traer a “una prima hermana suya” (de
Reina) para que intermediaria como traductora, pues hablaba en la lengua propia
con su prima Reina (la günün a yajüch)
y “sabía hablar la lengua de los indios de Chiloé [el mapudungun]” según
escribía Gallardo (Urbina C., 2020).
Durante este periodo, Mascardi catequiza
y bautiza a Reina y a todos de quienes se sirvió para aprender la lengua günün a yajüch. A Reina la bautizaron
con honores vistiéndola a modo de las mujeres españolas y ella “en agradecimiento
le narró muchas cosas referentes a los Césares, lo que encendió el espíritu
misionero del padre para ir a convertirlos” (Hanisch, 1982).
Casi cuatro años tardaron las
autoridades en acceder a las peticiones de libertad que interpuso Mascardi en
favor de Reina y su gente. Cuando el Padre se aprestaba a marchar junto a ellos
en libertad hacia Teumal, aquellos
parientes de Francisco Gallardo a quienes les hizo darles libertad de servicios
a estos indígenas, hicieron expreso sus protestas e inconformidad por lo que “Gallardo
los afianzó, diciendo que él pagaba su valor [de los cautivos] si la Real Audiencia
sentenciaba que debían restituirse a sus dueños” (Hanisch, 1982). Silenciadas las
protestas Mascardi se marcha en paz con Reina y su gente hacia la boca del río
Limay a fines del año 1669.
La autoridad de Reina y su respeto era admirable y reconocido por su gente. En cierta ocasión, ya en el lago Nahuelhuapi (1670), Mascardi estaba convocando a que vinieran a donde él estaba por oficiar una misa, y la gente günün a küna no venía ni se acercaba. Entonces Reina “salió a la puerta de su toldo y desde allí en alta voz, de suerte que la oyesen los de los toldos más lejanos” los regañó y exhortó a escuchar a Mascardi, a lo que toda su gente accedió (Furlong, 1994). Como bien menciona el padre, la figura de Reina cumplió un papel fundamental en la fundación de la Misión del Nahuelhuapi: “También se ha servido el Señor para fundar esta misión de otro instrumento, que es de aquella india principal entre los Poyas [günün a küna]” (Furlong, 1994).
Se estima que falleció tras su regreso
a Teumal, durante el año 1670, de una
grave enfermedad (probablemente viruela) que debilitó su salud y se cobró su vida.
En su agonía encargó a su hermano menor Cieleuquian [shlülkülküan “mata de algarrobo”] y demás
principales que protegieran a Mascardi y lo acompañasen. El Padre no se encontraba
cuando falleció Reina pues estaba realizando su primer viaje (1669-1670) en
busca de los Césares por la banda oriental de los Andes. A su regreso a la Misión
se encontró con que la viruela azotaba las tolderías, y es a finales del año
1670 que escribe su Carta-Relación donde narra la muerte de Reina, ya acaecida
hacia tiempo, entre otros muchos asuntos (Furlong, 1994).